Casi se nos escapa ya el año 2014, que me ha dejado 30 libros leídos en la mochila, un par de decepciones y otros dos que van directos a mis cajón de lecturas favoritas.
lo peor
Perdida, de Gillian Flynn. No soy sospechosa de tirar por el suelo el típico best-seller del año. Suelo disfrutarlos y los leo sin reparos y sin prejuicios, pero en Perdida no fui capaz de encontrar nada bueno, excepto que, por lo menos, se avanza rápido en la historia. El argumento, lleno de giros imposibles, me pareció más el de un telefilm de sobremesa que el de una novela coherente. La reseña, aquí.
Lolita, de Vladimir Nabokov. Me duele incluirlo entre mis peores lecturas del año, pero más me dolió leerlo. Sé que debería ser una delicia, que con solo leer la primera página es evidente que Nabokov es un maestro de la palabra, no sólo para servirse de ella y contar historias, sino para hacer que sus frases tengan una sonoridad y una estética que las convierten en bellas por sí mismas, más allá del contenido. Pero el contenido de Lolita traspasa para mí una línea roja que ni siquiera yo sabía que tenía en la cabeza. No encontré la historia de amor por ninguna parte, ni siquiera fui capaz de burlarme del personaje de Humbert Humbert, retratado de forma tan patética y miserable. Solo pude leer un relato de pedofilia que se me atragantó en muchos momentos. Siempre había pensado que cada libro tiene su momento, pero desde Lolita sé que hay historias que para mí nunca podrán tener su momento.
Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie. Aunque suene a broma, conocí a Chimamanda Ngozi Adichie gracias a una canción de Beyoncé. Su voz suena en ***Flawless, que utiliza un extracto de la charla We should all be feminists de esta escritora nigeriana. Escuché la conferencia y me cayó bien. Leí su último trabajo, Americanah, y me gustó su franqueza, a veces descarnada y a veces salpicada de humor e ironía, al abordar temas como el racismo, la desigualdad o la pobreza.
La trilogía de Nueva York, de Paul Auster. Aún hoy sigo sin saber exactamente de qué va este libro. Son tres historias, con la ciudad de Nueva York como escenario y con un misterio que resolver —en ocasiones por detectives profesionales y otras, por meros aficionados— como excusa para escribir. Auster no descifra ninguno de los enigmas y lo único que se me ocurre es que La trilogía de Nueva York habla de personajes que se pierden a sí mismos mientras están buscando algo.
Fangirl, de Rainbow Rowell. Este ha sido el año en el que me he hecho fan de Rainbow Rowell. Me había gustado Eleanor & Park, pero con Fangirl me uní definitivamente a su club de seguidores. Es todo un homenaje al mundo fanfiction, que para mí ha sido una constante y, a veces, también un refugio y una escuela de escritura desde mi adolescencia. Era imposible que un libro así no me gustara. La reseña, aquí.
Attachments, de Rainbow Rowell. Para seguir fangirleando con esta autora, que me enamora con todo lo que escribe. Me gusta que a partir de situaciones sencillas y cotidianas, sea capaz de crear historias que te envuelven y personajes con los que es inevitable empatizar. Attachments, su primera novela, es un buen ejemplo de ello.
A sangre fría, de Truman Capote. Increíble de principio a fin. Lo terminé el día de Navidad y su recuerdo todavía no me ha abandonado. Me he sentado un par de veces a escribir la reseña, pero no he sido capaz de ordenar mis pensamientos. Solo sé que es tremendamente complicado reescribir un crimen real, cuyo final todos sabemos antes de empezar a leer, y enganchar de la manera en que lo hace Capote.
Jane Eyre, de Charlotte Brontë. No tenía ninguna duda de que esta había sido mi mejor lectura del año, que se ha convertido además en uno de mis libros favoritos. Por el señor Rochester, sí, pero sobre todo por su protagonista. Jane Eyre es la definición de la heroína perfecta, del personaje complejo que te atrapa y te hace sufrir y respirar aliviada durante todo el viaje que una emprende al comenzar a navegar por sus páginas. Jane Eyre es además un grito feminista y por la igualdad que está muy lejos de ser una simple historia de amor.