Lo mejor y lo peor de 2014

martes, 30 de diciembre de 2014

Casi se nos escapa ya el año 2014, que me ha dejado 30 libros leídos en la mochila, un par de decepciones y otros dos que van directos a mis cajón de lecturas favoritas.

lo peor
Perdida, de Gillian Flynn. No soy sospechosa de tirar por el suelo el típico best-seller del año. Suelo disfrutarlos y los leo sin reparos y sin prejuicios, pero en Perdida no fui capaz de encontrar nada bueno, excepto que, por lo menos, se avanza rápido en la historia. El argumento, lleno de giros imposibles, me pareció más el de un telefilm de sobremesa que el de una novela coherente. La reseña, aquí.

Lolita, de Vladimir Nabokov. Me duele incluirlo entre mis peores lecturas del año, pero más me dolió leerlo. Sé que debería ser una delicia, que con solo leer la primera página es evidente que Nabokov es un maestro de la palabra, no sólo para servirse de ella y contar historias, sino para hacer que sus frases tengan una sonoridad y una estética que las convierten en bellas por sí mismas, más allá del contenido. Pero el contenido de Lolita traspasa para mí una línea roja que ni siquiera yo sabía que tenía en la cabeza. No encontré la historia de amor por ninguna parte, ni siquiera fui capaz de burlarme del personaje de Humbert Humbert, retratado de forma tan patética y miserable. Solo pude leer un relato de pedofilia que se me atragantó en muchos momentos. Siempre había pensado que cada libro tiene su momento, pero desde Lolita sé que hay historias que para mí nunca podrán tener su momento.

lo mejor
Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie. Aunque suene a broma, conocí a Chimamanda Ngozi Adichie gracias a una canción de Beyoncé. Su voz suena en ***Flawless, que utiliza un extracto de la charla We should all be feminists de esta escritora nigeriana. Escuché la conferencia y me cayó bien. Leí su último trabajo, Americanah, y me gustó su franqueza, a veces descarnada y a veces salpicada de humor e ironía, al abordar temas como el racismo, la desigualdad o la pobreza.

La trilogía de Nueva York, de Paul Auster. Aún hoy sigo sin saber exactamente de qué va este libro. Son tres historias, con la ciudad de Nueva York como escenario y con un misterio que resolver —en ocasiones por detectives profesionales y otras, por meros aficionados— como excusa para escribir. Auster no descifra ninguno de los enigmas y lo único que se me ocurre es que La trilogía de Nueva York habla de personajes que se pierden a sí mismos mientras están buscando algo.

Fangirl, de Rainbow Rowell. Este ha sido el año en el que me he hecho fan de Rainbow Rowell. Me había gustado Eleanor & Park, pero con Fangirl me uní definitivamente a su club de seguidores. Es todo un homenaje al mundo fanfiction, que para mí ha sido una constante y, a veces, también un refugio y una escuela de escritura desde mi adolescencia. Era imposible que un libro así no me gustara. La reseña, aquí.

Attachments, de Rainbow Rowell. Para seguir fangirleando con esta autora, que me enamora con todo lo que escribe. Me gusta que a partir de situaciones sencillas y cotidianas, sea capaz de crear historias que te envuelven y personajes con los que es inevitable empatizar. Attachments, su primera novela, es un buen ejemplo de ello.

A sangre fría, de Truman Capote. Increíble de principio a fin. Lo terminé el día de Navidad y su recuerdo todavía no me ha abandonado. Me he sentado un par de veces a escribir la reseña, pero no he sido capaz de ordenar mis pensamientos. Solo sé que es tremendamente complicado reescribir un crimen real, cuyo final todos sabemos antes de empezar a leer, y enganchar de la manera en que lo hace Capote.

Jane Eyre, de Charlotte Brontë. No tenía ninguna duda de que esta había sido mi mejor lectura del año, que se ha convertido además en uno de mis libros favoritos. Por el señor Rochester, sí, pero sobre todo por su protagonista. Jane Eyre es la definición de la heroína perfecta, del personaje complejo que te atrapa y te hace sufrir y respirar aliviada durante todo el viaje que una emprende al comenzar a navegar por sus páginas. Jane Eyre es además un grito feminista y por la igualdad que está muy lejos de ser una simple historia de amor.




Nuevos vecinos en la estantería #5

domingo, 28 de diciembre de 2014



¿Qué tal las fiestas? ¿Sobrevivimos a los empachos? Yo a duras penas. Por suerte el otro día me encontré debajo del árbol unos cuantos libros que ya esperan hueco en la estantería. Os dejo la foto de grupo y os cuento un poco de ellos, como siempre en riguroso orden de aparición.

Blacksad. Amarillo, de Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido. Es, por el momento, el último volumen de la serie de cómics Blacksad, historias de novela negra que protagoniza un detective con forma de gato. Solo he leído el primero, así que este de momento se queda a la espera de que me haga con el resto.

El impostor, de Javier Cercas. Tengo el mal hábito de apenas leer autores españoles, mucho menos novedades porque el bolsillo no me da para tanto. Pero con este libro me picó la curiosidad al escuchar una entrevista en la radio a su protagonista: Enric Marco, un nonagenario barcelonés que durante décadas se hizo pasar por un superviviente de los campos de concentración nazis.

Sombra y hueso, de Leigh Bardugo. El primero de la trilogía Grisha, que mezcla fantasía, con elementos de la cultura rusa y un triángulo amoroso juvenil. Me lo he ventilado ya en apenas un día, me lo esperaba mejor (a ratos la protagonista huele un poco a Mary Sue), pero por lo menos es muy entretenido, así que me apunto el siguiente en la lista para los Reyes Magos.

Homenaje a Cataluña, de George Orwell. 1984 es uno de mis libros favoritos, pero nunca leí nada más de Orwell, no se muy bien por qué. 2015 está para ponerle remedio.

El lémur, de Benjamin Black. Una historia de asesinatos y misterios que comienzan a salir a la luz cuando un periodista retirado recibe el encargo de escribir la biografía de su suegro, exagente de la CIA reconvertido en magnate de la comunicación. Ahora mismo estoy con él, lectura ligera y rápida de apenas 200 páginas.

American gods, de Neil Gaiman. Me da miedo por el tocho considerable que es, porque llevo ya tiempo queriendo hincarle el diente a algo de este autor del que solo leo cosas buenas y porque no quiero que me decepcione.

Sentido y sensibilidad, de Jane Austen. Para empezar el año de lecturas con Austen, que sé que nunca me falla.

Reseña: My true love gave to me, editado por Stephanie Perkins

miércoles, 24 de diciembre de 2014


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McMillan's Children Books | 2014 |  355 páginas

On the first day of Christmas, my true love gave to me ...This beautiful collection features twelve gorgeously romantic stories set during the festive period, by some of the most talented and exciting YA authors writing today. The stories are filled with the magic of first love and the magic of the holidays.


Reseña

Hay un problema con la comida en Navidad. Te entra por los ojos, que se te llenan antes que el estómago, y el resultado final suele ser el de empacho. Con My true love gave to me me ocurrió algo parecido. La edición no podía ser más bonita. Tapa dura (¡por solo 10 euros!), portada azul, con detalles dorados y luces rosas navideñas. El borde de las hojas va pintado en el mismo color rosa; sacar en libro en el metro podía ser una tarea de riesgo, pero en la estantería quedaba tan bien... Y lo mejor: el resumen. Doce historias de amor en Navidad escritas por otros tantos autores de literatura juvenil, empezando por la ídola Rainbow Rowell. Me parecía imposible empacharme con algo así. Pero ocurrió.

Hay otro problema con la comida en Navidad. El postre. Una fuente llena de dulces donde, si metes la mano sin prestar demasiada atención, puedes sacar ese polvorón de sabor espantoso que acabas odiando todos los años. A My true love gave to me también le pasa algo parecido. Entre las doce historietas, hay relatos prácticamente perfectos, otros ligeramente mediocres y algunos directamente para olvidar.

El libro arranca con una de esas historias de diez. La de Rainbow Rowell, que nos cuenta los ires y venires de un par de amigos del instituto separados por la universidad, jugando con el tiempo y situando la acción en diferentes fiestas de Nochevieja. Matt de la Peña consigue hablar de racismo sin que el tema chirríe en un relato sobre dos universitarios que se quedan aislados en el mismo edificio por una tormenta en Nueva York durante la semana de Navidad. Y Laini Taylor cierra la fiesta con una historia que rompe con la tónica del libro (casi todo son cuentos realistas y contemporáneos), llevando a sus personajes a un mundo imaginario, con una prosa y un estilo que la diferencian de sus compañeros.

Mi romance favorito fue, sin duda, el que firma Stephanie Perkins, todo un descubrimiento para mí y a la que ficho para leer algo suyo el año que viene porque en apenas unas páginas consigue crear magia entre dos personajes que enganchan y que tienen toda una historia de lo más creíble detrás. Además de que me resultó divertida y muy fresca escribiendo.

La parte mala de esa fuente de dulces romanticones es que hay varios relatos que flojean y bajan el nivel general. Me sorprendió para mal Jenny Han, a la que ya tenía echado el ojo por el éxito de A todos los chicos de los que me enamoré. Su historia es amarga y dibuja a una protagonista (la hija adoptada de Papá Noel) bastante odiosa. David Levithan escribe un episodio que no tiene ni pies ni cabeza y, peor aún, apenas emoción (un joven que se hace pasar por Papá Noel para la hermana pequeña de su novio), y Myra McEntire cae en los clichés más soporíferos juntando en un belén viviente al chico malo del instituto con la hija modélica del pastor.

Mi error quizás fue leerme My true love gave to me del tirón, como si fuera una novela al uso y no una serie de relatos cortos. Cada final te exigía desprenderte de unos personajes que solo habías conocido durante escasas 20 páginas para adentrarte en otra historia y ubicarte de nuevo. Lo mejor habría sido leer un relato cada día o cada semana para ir entrando en el espíritu navideño poco a poco y evitar la sensación de empacho mientras pasaba las páginas. Porque ahí dentro hay nieve, noches frías y papás noeles en cantidades industriales.

A pesar de todo, lo recomiendo para leer estos días porque realmente la mayoría de las historias tienen el tono festivo y romántico perfecto para estas fechas, aunque es aconsejable es proceder con precaución. Y me imagino que después del 6 de enero tiene que resultar demasiado marciano leerlo, casi como desayunar con el periódico del día anterior.



lo mejor
Stephanie Perkins y Rainbow Rowell. Que las historias nos ponen a punto perfectamente para estas fechas. La posibilidad de descubrir a autores que no conoces. La edición.
lo peor
Algunos relatos son más flojos y le restan puntos al conjunto. Leerlo del tirón puede resultar pesado. De momento, solo está en inglés, pero como suele ocurrir con la literatura juvenil, es bastante asequible.



Cinco libros para... leer bajo el árbol de Navidad

lunes, 22 de diciembre de 2014



Voy a customizar el famoso Top Ten Tuesday que organiza el blog The Broke and The Bookish porque no me da la vida para seguir el ritmo y porque las listas de diez libros se me hacen interminables, así que de vez en cuando dejaré por aquí una recopilación de cinco libros para... en esta ocasión lo que toca, leerlos debajo del árbol.

Me ha salido una lista variada y sin mucho sentido, algunos los he leído ya y otros los sumo a mi estantería de pendientes:

Canción de Navidad, de Charles Dickens. Para empezar por lo obvio y por lo clásico. Aunque me sepa de memoria la historia del señor Scrooge, todavía no la he leído. Estoy buscando una edición bonita para leerla ahora en vacaciones, pero no encuentro ninguna que me convenza.

Mujercitas, de Louisa May Alcott. Siguiendo con los clásicos, apunto también Mujercitas a la lista. Leído ya en la prehistoria de mi infancia, apenas me acuerdo de nada, excepto que a Jo la amaba y la odiaba según la página en la que me encontrara. 

My true love gave to me, editado por Stephanie Perkins. Uno de mis nuevos vecinos en la estantería. Son doce historias de amor navideñas escritas por otros doce autores de literatura juvenil. Leído ya también, en breve subo la reseña. Hay relatos muy buenos y otros no tanto, pero merece la pena echarle un ojo. Aunque solo en estas fechas, en otro momento creo que me daría mucha pereza porque contiene una sobredosis importante de Navidad.

Un recuerdo navideño, de Truman Capote. Aprovechando que estoy leyendo A sangre fría, me apunto en la lista este cuento que nos devuelve la memoria y los recuerdos de la infancia de Capote en Alabama. 

Harry Potter y el cáliz de fuego, de J. K. Rowling. Y aquí está la parte de las elecciones sin sentido porque las Navidades aparecen en los siete cursos de Hogwarts, pero las de El cáliz de fuego (mi libro favorito de la saga) siempre me han parecido las más especiales por ese baile para "confraternizar con el enemigo" en mitad del Torneo de los Tres Magos. Y así aprovecho e inauguro mi etiqueta de Harry Potter en el blog, que ya era hora.

¿Cuáles son vuestras recomendaciones navideñas?

Reseña: Blacksad. Un lugar entre las sombras, de Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido

sábado, 20 de diciembre de 2014


Díaz Canales y Guarnido. Norma Editorial. 2001. 48 páginas

Estos dos jóvenes autores españoles entran por la puerta grande del mundo del cómic con el primer álbum de una nueva serie que dará mucho que hablar. Género policiaco con animales antropomórficos en un ambiente de serie negra magistralmente ilustrado por Juanjo Guarnido.

"Hay mañanas en las que cuesta más trabajo digerir el desayuno. Sobre todo si amaneces frente al cadáver de un viejo amor...". La frase con la que arranca Un lugar entre las sombras, el primer volumen de la serie de cómics Blacksad, establece perfectamente el tono de la historia y deja sobre la mesa sus ingredientes básicos: un detective bien bregado en los bajos fondos de una gran ciudad y una joven actriz, con la que tuvo una relación en el pasado, que aparece muerta en su lujosa mansión. Argumento de manual de cualquier novela negra, con la salvedad de que ese detective, John Blacksad, es un gato. Bien elegante y siempre con su gabardina a cuestas, para más señas.

Por las calles de lo que parece ser el Nueva York de los años cincuenta desfilan personajes directamente sacados de la lista de básicos para construir una novela negra. La bella actriz con toques de femme fatale (una gata), el comisario firme pero dispuesto a lo que sea para cazar al asesino (un pastor alemán, por supuesto), el principal sospechoso que se mueve sibilino entre las sombras (una serpiente)... Todos son antropomórficos y, de alguna forma, el animal elegido para representarlos se adapta a la perfección al papel que juegan en la historia.

Lo más sorprendente es, sin embargo, el modo en que el trazo de Juanjo Guarnido (que ha trabajado, por ejemplo, como animador para películas de Disney como Hércules o Tarzán) consigue dibujar todo tipo de emociones en el rostro de sus personajes y que el enfado, la ira o la desolación resulten perfectamente humanas en la cara de un gato, un perro, un león o lo que se le ponga por delante.

El guión, que lo firma Juan Díaz Canales, sigue un hilo argumental corto, sin demasiadas complicaciones ni giros inesperados. Los malos son quienes uno se puede esperar y los buenos hacen todo lo que uno podría pensar que harían para resolver el enigma. Blacksad se mueve entre ese guión lleno de lugares comunes de cualquier novela negra y un dibujo extraordinario. Lo de los lugares comunes no le resta apenas al conjunto. El disfrute, más que en esperar vueltas de tuerca en el argumento, está en detenerse en los detalles de cada viñeta: los rascacielos, las mujeres exuberantes, las pistolas y las gabardinas, la acción constante acción, los cigarrillos y los bares de mala muerte. Lo que decía, novela negra de manual pero dibujada con una maestría que atrapa.

Y una nota al pie: Blacksad ha ganado este año el Premio Nacional de Cómic en España, pero fue la editorial francesa Dargaud la primera en apostar por la historia y publicó este primer volumen en el año 2000. Por cierto, que uno de sus creadores, Díaz Canales, se agarró un cabreo de lo más coherente cuando, sin haber recibido prácticamente ningún apoyo en España, alguien decidió incluirles en la página web de Marca España. Por presumir del esfuerzo ajeno, que no quede. Yo ya tengo los siguientes cuatro volúmenes apuntados en la lista para los Reyes Magos.

Lo mejor: El dibujo, el detalle con el que está ideado ese ambiente sórdido y oscuro de una gran ciudad en los años cincuenta, la maestría para tratar con animales y que sus expresiones resulten tan humanas.
Lo peor: El guión es la parte más floja, pero la combinación con el dibujo prácticamente salva cualquier error.


Nuevos vecinos en la estantería #4

sábado, 6 de diciembre de 2014

Mis nuevas adquisiciones. Algunas ya las he mencionado por aquí, pero ahí van en la foto (navideña) de grupo...

Blacksad. Un lugar entre las sombras, de Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido. Leído ya, al pobre no se le ve casi, está enterrado por los demás en la parte de abajo del gif. Un lugar entre las sombras es el primer volumen de una serie de cinco cómics que protagoniza John Blacksad, un gato muy elegante que no se quita nunca la gabardina de encima y resuelve crímenes en los Estados Unidos de los años cincuenta. Suena raro, pero sobre el papel el resultado es genial.

Reportajes, de Joe Sacco. Más cómic, aunque esta vez en el terreno del periodismo. Otra mezcla que puede resultar rara, pero tiene una pinta tremenda. Recopila varios reportajes que Sacco ha publicado en prensa. Sus dibujos viajan a conflictos y países como Irak, Palestina o los inmigrantes africanos que intentan llegar a Europa.

Half of a yellow sun, de Chimamanda Ngozi Adichie. En verano me leí el último libro de esta escritora nigeriana, Americanah, y casi desde las primeras páginas se convirtió en uno de mis descubrimientos del año. Half of a yellow sun se sitúa en su Nigeria natal, en mitad de la guerra civil que dividió al país en los años sesenta, para contar la historia de tres vidas que se entrecruzan. Yo lo compré en inglés, pero está traducido al español.

Attachments, de Rainbow Rowell. No puedo para de leer novelas de Rainbow Rowell. Después de Fangirl y Eleanor & Park, ahora mismo me estoy devorando su debut, Attachments, que creo que de momento solo está en inglés. Habla sobre nerds, correos electrónicos en los noventa y la redacción de un periódico local a punto de entrar en la era digital. Me encanta.

My true love gave to me, editado por Stephanie Perkins. Doce historietas cortas escritas por otros tantos autores de literatura juvenil con dos ingredientes en común: el amor y la Navidad. Tengo muchas ganas de hincarle el diente. Ahora que ya he puesto el árbol, me parece apropiado empezar a leerlo. Y sí, entre esos doce autores está Rainbow Rowell.

Ahí están, en riguroso orden de aparición. Las pinzas de Papá Noel son solo para el atrezo.

Reseña: Lo siento, Leonard Peacock, de Matthew Quick

jueves, 4 de diciembre de 2014


Matthew Quick. Planeta. 2013. 302 páginas

El día en que cumple dieciocho años, Leonard Peacock decide acabar con su vida. El mundo adulto le parece triste; cuando las personas crecen caen en una rutina de desilusión que él quiere evitar. Ha conseguido una pistola P-38, herencia de la lucha de su abuelo contra los nazis en Europa, con la que se pegará un tiro. Pero antes tiene que entregar cuatro regalos, uno para cada persona importante de su vida.

Hay libros que tienen títulos muy bien puestos y Lo siento, Leonard Peacock es uno de ellos. Mientras lees, no puedes evitarte sentirte mal, muy mal, por su protagonista, un joven dispuesto a suicidarse el día de su cumpleaños. Porque algo funciona horriblemente cuando el único referente paterno de un adolescente es su vecino, un anciano con el que el chaval pasa las tardes viendo películas de Bogart. Algo está estropeado si ni siquiera la madre de Leonard es capaz de acordarse de que hoy es el cumpleaños de su hijo.

El libro es cortito, se lee en un suspiro y toca mil temas complicados, con sensibilidad y, al mismo tiempo, humor amargo: el acoso escolar, el suicidio, los padres ausentes, la homosexualidad, el paso de la adolescencia al aterrador mundo de los adultos. Pero, sobre todo, es una historia de soledad, la de un adolescente invisible para todos los que le rodean. Leonard dice estar decidido a suicidarse con la pistola de su abuelo, pero sus acciones demuestran que lo único que busca es una mano que le ayude a salir del agujero que está cavando para luego enterrarse dentro. No hace más que dejar pistas sobre sus planes, con la esperanza de que alguien los descubra, de que alguien se acuerde de que es su cumpleaños y le felicite.

Mi gran pega es que alguno de los personajes están demasiado estereotipados. La madre de Leonard, por ejemplo, una diseñadora de moda que vive a kilómetros de su hijo, egoísta e incapaz de ver todas las cosas que van mal, me resultó demasiado inverosímil. Hay otros, como Herr Silverman, el profesor de Historia de Leonard, que son una maravilla. Y luego está el propio Leonard. Depresivo, sarcástico, autodestructivo y con cierta tendencia a hacer sentir mal a los demás para luego sentirse mal él. A veces, es difícil conectar con Leonard. Otras, solo deseas que las cosas le vayan bien.

Es el segundo libro de Matthew Quick que leo, después de El lado bueno de las cosas, que me encantó. Los dos tienen en común que su protagonista tiene algún tipo de problema mental y está sobrepasado por su propia vida. Pero mientras en el primero te reías a carcajada limpia (de esas carcajadas de reír por no llorar, pero carcajadas al fin y al cabo), en Lo siento, Leonard Peacock apenas sacas una media sonrisa porque el protagonista está tan perdido y tan al fondo del agujero que hasta te sientes mal por reírte de sus comentarios sarcásticos.

Lo mejor: El estilo de Quick, que va enlazando escenas con una fluidez y una naturalidad envidiables. El toque de humor amargo que consigue darle a sus historias. La valentía con la que aborda temas espinosos.
Lo peor: Algunos personajes, como los padres de Leonard, caen demasiado en los tópicos y le restan credibilidad a la historia. Resulta difícil conectar con el protagonista.


Recuento #2: Noviembre 2014

lunes, 1 de diciembre de 2014

Recuento de los libros leídos este mes. Ha sido productivo, aunque solo sea para salvar el año (y lo mal que voy con mis retos). Lo malo es que no he encontrado nada que me haya enamorado... excepto el primer cómic de Blacksad, que es una maravilla (reseña en breve).

Aquí va la lista de los que he comentado:



Mini-reseñas #2: Los años de peregrinación del chico sin color y El consejero

sábado, 29 de noviembre de 2014

Un par de libros que he leído en la última semana, en dos reseñas rápidas. Murakami, que siempre me deja con la duda al llegar a la última página, y mi estreno con Cormac McCarthy.

Los años de peregrinación del chico sin color, de Haruki Murakami. Hay dos cosas que me llamaron la atención al ver el penúltimo libro de Murakami en la librería: el título infinito y sin sentido, y la portada, casi calcada a la anterior edición del Libro de estilo de El País (no preguntéis cómo sé eso, simplemente lo tengo en casa). No son argumentos de peso para decidirse por un libro, pero me lo llevé a casa.

Es mi tercer título de Murakami, después de Tokio blues y After dark. El tercero también que me deja con la duda de si realmente me he enterado de lo que ha pasado cuando llego al final. Tsukuru Takazi se siente como un recipiente vacío, un hombre sin personalidad ni color que le distinga. A punto de alcanzar la madurez, carga desde hace 16 años un peso, una herida que creía cerrada pero que sigue manando sangre: a los 20, su pandilla del instituto, decidió dejarle de lado, sin explicaciones ni segundas oportunidades.

El libro va tejiendo un mundo de sueños, donde las realidades paralelas parecen tan tangibles como la propia vida. La de Tsukuru, transcurre ante sus ojos sin dejar apenas huella y te deja reflexionando sobre las épocas que vamos dejando atrás y todas las oportunidades que nunca llegaron a ser porque han desaparecido enterradas por el paso del tiempo. Me quedo con una frase: "Los objetivos concretos simplifican la vida".



El consejero, de Cormac McCarthy. El consejero es como un disparo: rápido y limpio, pero capaz de provocar cosas horribles. Y en apenas 100 páginas pasan cosas realmente horribles, que se desatan cuando un prestigioso abogado se involucra en una operación de tráfico de drogas en la frontera entre México y Estados Unidos. Su intención es hacerlo una sola vez para luego regresar a su vida con Laura, su prometida, y los bolsillos algo más llenos.

Está escrito en formato guión, por lo que el diálogo carga con casi todo el peso, aunque las páginas están llenas de acción y el resultado es muy cinematográfico. Hay conversaciones brillantes, duras y cómicas al mismo tiempo. La violencia como estándar de comportamiento, como la moneda de cambio más habitual, se trata con una naturalidad asombrosa, pero la historia termina casi tan rápido como empieza, así que es difícil profundizar o enganchar con los personajes. Al final queda la moraleja de que todas las decisiones, por esporádicas que uno pretenda que sean, tienen sus consecuencias.

Reseña: Perdida, de Gillian Flynn

martes, 18 de noviembre de 2014

Gillian Flynn. Mondadori. 2012. 568 páginas

En un cálido día de verano Amy y Nick se disponen a celebrar su aniversario de bodas en Misouri. Como cada año, Nick espera hasta el último minuto para comprarle el regalo a Amy. No obstante, no va a hacer falta, puesto que Amy desaparece esa misma mañana sin dejar rastro.

La cosa con Perdida pintaba bien antes de empezar. Best-seller. Thriller sobre la desaparición de una mujer. Película dirigida por David Fincher, que me descubrió a Chuck Palahniuk con El club de la lucha. De esos libros que uno sabe que se va a tragar página tras página, sin parar para tomar un respiro. La cosa con Perdida pintaba bien hasta la mitad del libro, cuando el misterio a resolver se convirtió en un telefilme de sobremesa. De los infumables, para más señas.

La pena es que la premisa, aunque trillada, no estaba mal. Amy y Nick despiertan en su casa, el día en que van a celebrar su quinto aniversario. Pero a media mañana, él descubre que su esposa ha desaparecido y el desastre en su salón demuestra que, al menos, ha habido un forcejeo antes de que Amy, con su cabello rubio y su hermoso rostro, se esfumara.

La historia se va desarrollando en dos tiempos: el presente, con la narración de Nick, y el pasado de su relación, entre el cómo se conocieron y los días previos a su desaparición, desde el punto de vista de Amy, que siempre está presente a través de las páginas de su diario. Hay algo que la autora hace especialmente bien al conseguir darle a cada uno de ellos una voz distintiva, diferenciada. Y el lector va construyendo el retrato de ambos a través de esa voz, pero también de la visión que el otro tiene de su pareja.

Las sospechas sobre la desaparición de Amy recaen, casi desde el principio, en Nick. Su papel de marido, pero sobre todo su carácter impertérrito y el hecho de que no parezca en absoluto afectado le señalan directamente como responsable. Lo mismo hace la prensa, que rápidamente se interesa por la desaparición. Ese es otro de los puntos interesantes de Perdida: cómo los medios de comunicación y la opinión pública van modelando la realidad de una historia, hasta construir su propia verdad, la única posible.

La lástima es que, a mitad de camino, la autora se vuelva loca. Entre giros y giros de la trama, aquello se convierte en un festival de inverosímil. Para no destripar detalles, solo digo que una cosa es sorprender al lector y otra muy diferente es estrujar la historia con el único fin de dejarle noqueado en cada página. Entre lo previsible y lo infumable hay un sano punto intermedio: el de los argumentos coherentes.

Lo mejor: La lectura se hace ligera y el ritmo de la historia resulta rápido. El papel que juegan los medios de comunicación en este tipo de historias. Al principio, la cosa pinta bien... hasta que el infierno de las tramas inverosímiles se desata.
Lo peor: Cómo los personajes se van desdibujando para servir a una trama que, al final, está totalmente sacada de madre. Que Ben Affleck salga en la portada de mi libro (esa manía de cambiarlas una vez que sale la película).


Reseña: Fangirl, de Rainbow Rowell

domingo, 16 de noviembre de 2014



Rainbow Rowell. Alfaguara. 2013. 512 páginas

Cath y Wren son gemelas, y hasta hace poco lo hacían todo juntas. Ahora están a la universidad. Wren le ha dejado claro que no piensa compartir habitación con ella. Para Wren es una oportunidad única de empezar de cero. Para Cath no es tan fácil. Su único mundo es ser fan de Simon Snow, donde puede escribir un romance mucho más intenso que cualquier cosa que haya experimentado en la vida real.

Cath se enfrenta a su primer año en la universidad, sin su hermana gemela Wren para compartir habitación en la residencia, que ha decidido volar sola por primera vez, y con una pila de pósteres de su ídolo Simon Snow para suplir su ausencia. Pero Simon es un personaje de papel y las aventuras que ella escribe sobre él en forma de fanfictions no tienen vida más allá de la pantalla. Fuera, hay toda una historia por escribir, aunque tiene que ser ella quien tome lápiz y papel para hacerlo. Empezando por Levi, el novio-que-no-sabemos-si-es-novio de su nueva compañera de habitación.

Es imposible juntar en un mismo libro a Rainbow Rowell y a una protagonista que escribe fanfics sobre una saga a lo Harry Potter, y que el resultado no me guste. Por no hablar de que todas las portadas de sus libros son como un imán. Cuando las veo me dan ganas de comérmerlas. Literalmente. O casi. 

Cuando era adolescente, yo era Cath. Más o menos. Me faltaba la hermana gemela que reniega de mí al entrar en la universidad y el padre tarado, pero igualmente entrañable. Pero mientras iba leyendo, no podía evitar pensar: "Yo estuve allí". En las noches en vela escribiendo fanfiction. En el mundo virtual que Cath va creando durante su adolescencia con sus historias, con cientos de reviews y fans pendientes de cada palabra que sube a Internet. En lo cómoda que es la vida tras la pantalla y lo rara que se siente una en su piel cuando vuelve a la vida física, como si fueran dos realidades paralelas. Y en cómo empezar a crecer no quiere decir que haya que dejar todo aquello atrás, sino simplemente encontrar cómo reajustar las cosas para volver a encontrar un equilibrio.

Rainbow Rowell tiene una sensibilidad especial para escribir sobre adolescentes y que sus personajes resulten creíbles y entrañables, sin caer en la ñoñería ni en la rebeldía excesiva. Cath es como una jarra a punto de desbordarse, llena hasta los topes de los miedos y los retos de una adolescente que empieza a dejar de serlo. Y su hermana Wren es el primer año en la universidad hecho personaje: las noches de borrachera, la compañera de habitación en la residencia que tras un par de fiestas se convierte en tu más-mejor-amiga, la libertad de hacer lo que quieras, cuando quieras, por primera vez en tu vida.

Fangirl se desarrolla paso a paso, sin estridencias, hasta que las dos encuentran de nuevo ese equilibrio. Cada capítulo termina con una página de los libros de Simon Snow o el fragmento de un fanfic. El libro encierra, de hecho, varias historias paralelas: la de Cath y su primer año en la universidad, y la de Simon Snow, que se desdobla en tantas tramas como la propia Cath ha sido capaz de imaginar en sus fics. Por no mencionar las referencias a la cultura pop que se asoman de vez en cuando en las páginas. No le falta de nada: Fanfixx (a lo FanFiction.net), Etsy para hacerse camisetas customizadas sobre tus fics favoritos, Harry Potter para inspirar su saga imaginaria de Simon Snow e incluso Kanye West para ponerlo a todo volumen en momentos de frustración adolescente. 

Rainbow ya me tenía ganada, pero tras ver que en uno de sus libros deja hueco para Kanye West, me declaro fan incondicional.

Lo mejor: el estilo de la autora, que navega perfectamente entre la comedia y los momentos más sentimentales. Que Fangirl son muchas historias en una sola y todo un homenaje a quienes escriben y leen fanfiction.
Lo peor: ¿Nada? Ni siquiera todas las referencias que los fickers captarán y disfrutarán, pero quién no conoce el fenómeno fic entenderá fácilmente.


Recuento #1: Enero 2014

sábado, 1 de febrero de 2014

Hago recuento de lecturas en enero. Mes muy pobre, voy fatal con los retos (sobre todo el general de 60 libros) y lo único que me consuela es que Ana Karenina va por más de la mitad. Tendré que confiar en que los viajes en metro me cundan más en febrero.



Mini-reseñas: Las uvas de la ira, Mansfield Park y Lo bello y lo triste

martes, 21 de enero de 2014

Se me acumulan los libros pendientes de comentar y como de tiempo voy muy escasa, ahí van tres mini-reseñas de mis últimas lecturas del año pasado:

Las uvas de la ira, de John Steinbeck. Llevaba desde verano acumulando polvo en la estantería hasta que por fin me decidí a abrirlo. Después me costó cerrarlo casi un mes porque es una de esas historias que hay que descubrir poco a poco. Las uvas de la ira cae siempre en la categoría de gran novela americana y narra el periplo de una familia de campesinos que, en mitad de la Gran Depresión, se ven obligados a abandonar Massachussets para emigrar a California, en busca de trabajo.

Es una lectura imprescindible, también para comprender cómo hoy estamos repitiendo muchos de los errores que cometimos en el pasado. Habla de la emigración, de la pobreza y de la desesperanza de perseguir un futuro próspero que constantemente se nos escapa entre las manos por mucho que nos esforcemos en alcanzarlo. Pero es también una historia de dignidad y de compasión que, por desgracia, hoy resulta más actual de lo que debería.




Mansfield Park, de Jane Austen. El año pasado se celebró el centenario de la publicación de Orgullo y prejuicio, el único libro de Austen que había leído, así que me pareció un buen momento para seguir investigando su catálogo.

Mansfield Park es quizás el título de Austen que peores críticas recibe y, después de leerlo, entiendo por qué. Relata la historia de Fanny Price, una joven que se muda a la mansión de sus ricos tíos para escapar de la pobreza en la que vive en casa de sus padres. El punto débil de Mansfield Park son sus personajes. La lectura es agradable, con diálogos perfectamente construidos y descripciones vivas, pero los personajes —y en especial su protagonista— resultan cargantes y es difícil sentir empatía hacia ellos.



Lo bello y lo triste, de Yasunari Kawabata. Por lo visto, la J-lit o literatura japonesa está de moda. Mi conocimiento es limitado y hasta hace bien poco tan solo incluía haber leído Tokio Blues, de Haruki Murakami, el eterno nominado al Nobel. Precisamente Yasunari Kawabata fue el primer novelista japonés en hacerse con el galardón en 1968. No recuerdo cómo llegué hasta su nombre, pero en Goodreads me llamó la atención el resumen de una de sus obras, Lo bello y lo triste. Cuenta la historia de un escritor casado que viaja a Kioto para escuchar las campanas de Año Nuevo. O quizás lo hace para encontrarse con una antigua amante a la que humilló y que ahora se ha convertido en una reconocida pintora, cuya joven discípula está dispuesta a vengar a su maestra.

No debería generalizar, sobre todo teniendo en cuenta que apenas tengo idea de literatura japonesa, pero sí creo que los novelistas nipones tienen una sensibilidad diferente a la hora de escribir. O puede que simplemente esté generalizando. Pero Lo bello y lo triste es una historia enigmática que deja un regusto raro (aunque no por ello malo) al terminar. En este enlace hay más títulos para quien le interese seguir investigando sobre la J-lit.

Reseña: Bajo la misma estrella, de John Green

miércoles, 15 de enero de 2014

John Green. Random House Mondadori. 2012. 302 páginas

Os presentamos a Hazel Grace. Dieciséis años y enferma de cáncer. Su madre piensa que está deprimida y por eso la ha obligado a asistir a un grupo de apoyo que se reúne en una iglesia episcopal. Todo resulta de lo más deprimente hasta que aparece Augusus Waters. Diecisiete años, una pierna ortopédica y un físico que quita el hipo. Al menos el de Hazel.

Empecé a leer Bajo la misma estrella con recelo. Es lo que me suele pasar con los libros de los que oigo hablar tanto (y tan bien) antes de decidirme por ellos. Y es lo que me suele pasar, también, con los libros que parecen querer predisponerme a la lágrima fácil antes incluso de empezar. 

El último libro de John Green es de esas historias en las que el pañuelo es obligatorio. Hazel Grace y sus pulmones empeñados en no respirar conocen a Augustus Waters y a su pierna ortopédica en un grupo de apoyo para adolescentes enfermos de cáncer. Augustus tiene miedo al olvido y Hazel sabe que sin dolor, sería imposible conocer el placer. Ambos creen que todo, ellos incluidos, son "efectos colaterales" de estar muriéndose, pero aun así, emprenden juntos una aventura para descubrir el final no escrito del libro favorito de Hazel.

No había leído nada de John Green y su estilo, directo y limpio, me ha gustado, aunque en las primeras páginas ya caí en la cuenta de dos cosas, una buena y otra no tanto. La buena: que la historia emociona por lo que cuenta y no por cómo lo cuenta. Sí, se llora. Y mucho (es otro de esos libros que es mejor no leer en público). Pero con un material tan lacrimógeno entre sus manos, es de agradecer que el autor se haya alejado lo máximo posible del lenguaje dramático y haya optado por utilizar un tono sarcástico, casi amargo. Hazel y Augustus son más conscientes que nadie de su situación y, sin molestarse en ser delicados o políticamente correctos, llaman a las cosas por su nombre. A la muerte, a la enfermedad y a sus miedos.

Lo que me lleva a la segunda apreciación que hice al comenzar a leer, la que no era tan buena. Y es que la ironía y el sarcasmo de los dos protagonistas a veces no me han dejado ver más allá, tanto que al principio sus voces eran tan parecidas que incluso me resultaron personajes intercambiables. Ese matiz burlón que utilizan ambos lo encontré excesivo en algunas partes, y creo que no me permitió conocer bien a los protagonistas, sobre todo a Augustus, que con sus frases grandilocuentes en ocasiones caía en la caricatura.

Pero cuando el autor rebajaba el sarcasmo, manteniendo la amargura y una franqueza que al principio incluso me pareció incómoda, entonces era imposible no sentir el dolor de Hazel y de Augustus. También el de sus familias, que están presentes en la historia, prácticamente en cada página, y juegan un papel fundamental. Algo bastante inusual en las novelas juveniles, donde los protagonistas suelen ser adolescentes con padres que el autor nombra de pasada, pero a los que nadie ve nunca aparecer en escena.

Otro punto positivo: la relación de Hazel y Augustus se aleja de la ñoñería y no monopoliza todo el relato. Porque Bajo la misma estrella es algo más que un libro sobre cómo dos adolescentes enfermos de cáncer se enamoran. Es también una historia sobre padres que temen perder a sus hijos demasiado pronto y sobre hijos que ven a sus padres sufrir. Sobre cómo hacemos de la enfermedad algo despojado de toda heroicidad. Y sobre el miedo a la muerte, tan fuerte como el miedo a una vida que se limita a ser una lucha continua contra el cáncer.

Lo mejor: la honestidad de la historia y de sus protagonistas. Que el autor no haya recargado la historia, conmovedora de por sí, con un tono melodramático.
Lo peor: el sarcasmo a ratos excesivo que impedía conocer y conectar con los personajes. Los diálogos, sobre todo algunas frases de Augustus, que resultaban poco reales.


Reseña: Eleanor & Park, de Rainbow Rowell

domingo, 12 de enero de 2014



Rainbow Rowell. Alfaguara. 2012. 432 páginas

Una historia de amor entre dos outsiders lo bastante inteligentes como para saber que el primer amor nunca es para siempre, pero lo suficientemente valientes y desesperados como para intentarlo.


Me enamoré de Eleanor & Park primero por su portada y después por la historia que cuenta. Eleanor, con su melena rizada pelirroja y su ropa llena de remiendos, es una tía rara. Aparte de la nueva en el instituto. Todo el mundo lo sabe. También Park, el chico asiático que prefiere vivir la vida desde un discreto segundo plano; el "capullo asiático" para Eleanor que, un buen día, deja de serlo cuando ambos empiezan a compartir cómics y cintas de casete en el bus que les lleva todas las mañanas a clase.

La historia está narrada por ambos protagonistas que, aunque caen dentro de la categoría de raritos, lo cierto es que no resultan estereotipados. Eleanor está lejos de ser la heroína lánguida que tanto abunda en las novelas juveniles. Rellenita y con carácter, a veces resulta incomprensible y cambiante, pero también coherente con su propio personaje, pues con el caos que es su vida fuera del instituto, Eleanor no podría ser de otra manera. Y Park es un chico sensible y romántico, que se aleja (por suerte) del típico protagonista duro y mujeriego que estoy harta de leer.

La historia está escrita bonita, llena de momentos cómicos, y tiernos, e inocentes, y muy adolescentes, capaces de arrancar un suspiro o una sonrisa tonta en cualquier página. Pero también toca temas duros, como los malos tratos, el alcoholismo o el abandono familiar. Es un libro que es mejor no leer en el metro o en cualquier lugar público, excepto si no te importa echar una lagrimilla rodeado de extraños. 

Se agradece también que no sea una de esas historias de amor a primera vista, tan irracionales que resultan poco creíbles. Al contrario, Eleanor & Park es un libro que no tienen prisa por llegar al "te quiero", que cuida los detalles y al lector, y que le permite disfrutar del camino, de las primeras miradas y de las mariposas en el estómago, tanto como del primer beso. Esa preocupación por los detalles de la autora se ve también en lo bien ambientado que está todo: en 1986, cuando el cacharro tecnológico más avanzado al que podía aspirar un adolescente era un walkman.

La de Eleanor y Park es también de esas historias que lees y a veces tienes la sensación de que no está ocurriendo nada. Excepto porque, en realidad, ocurre todo. La adolescencia, las canciones que se te meten en la cabeza y te obsesionan como solo pueden hacerlo cuando tienes quince años, la magia de enamorarse por primera vez y cómo la vida empieza y termina en ese primer beso. Es tierna y es dura, y capaz de arrancarte una sonrisa y una lágrima en la misma página. Un libro agridulce, pero ese suele ser el sabor de las cosas que merecen la pena.

Lo mejor: el estilo limpio y claro de la autora, las conversaciones entre Eleanor y Park, y lo bien que captura cómo es eso de ser adolescente y enamorarte por primera vez.
Lo peor: las referencias a películas, música y cómics que se me escapan porque yo no fui adolescente en los 80, los compañeros del instituto aparecen de refilón y poco caracterizados.

Nuevos vecinos en la estantería #3

miércoles, 8 de enero de 2014

Con la resaca de las Navidades ya superada, me ha tocado buscarle hueco en la estantería a unos cuantos libros. Mi lista para los Reyes era bastante más larga, pero aun así no se han portado mal (o yo no me he portado mal).


Bajo la misma estrella, de John Green. Con él abro la lista de nuevos libros y con él rompo también uno de mis propósitos lectores de este año: el de no acercarme a la zona de literatura juvenil en las librerías. Aunque técnicamente no he sido yo, es culpa de los Reyes. Debo de ser de las últimas que se apunta a leer esta historia, pero ya que la peli está al caer, aprovecho. Lo he empezado hoy porque necesito lectura para el metro y llevar todos los días encima el tocho de Ana Karenina no, gracias.

Pastoral americana, de Philip Roth. Me da miedo. Mucho miedo. Me lo apunté después de leer La verdad sobre el caso Harry Quebert y ver que lo comparaban con él, pero tiene pinta de ser uno de esos libros que van a acumular polvo en la estantería antes de que me atreva a abrirlo.

Cumbres borrascosas, de Emily Brontë. Sí, lo confieso, cuando leí Crepúsculo hace unos cuantos años no me lancé inmediatamente después a por Cumbres borrascosas (aunque sí lo hice con Orgullo y prejuicio). En realidad lo que quería era Jane Eyre, de otra de las hermanas Brontë, Charlotte, pero por lo visto los Reyes Magos no leyeron bien toda la lista que les hice… así que tendré que ir a comprarlo y romper otro de mis propósitos de 2014.

Nada, de Carmen Laforet. Para empezar con el reto 25 españoles.

Lolita, de Vladimir Nabokov. Otro clásico más eternamente pendiente.

Kitchen, de Banana Yoshimoto. Creo que pesqué el nombre de este libro por Twitter, pero ni siquiera me acuerdo de por qué lo añadí a la lista. Solo sé que la literatura japonesa me produce mucha curiosidad, aunque de momento solo he leído un libro de Murakami (Tokio blues, por supuesto) y otro de Yasunari Kawabata (Lo bello y lo triste), ambos recomendables.

After dark, de Haruki Murakami. Pues eso, que ya toca ir a por más libros del eterno favorito para el Nobel.

4 retos y 5 propósitos lectores para 2014

viernes, 3 de enero de 2014



El desafío para 2014 es leer 60 libros. El año pasado me propuse leer 40 y terminé con 43, pero con varios meses de sequía lectora, así que con un poco de disciplina y fuerza de voluntad (que no me sobran) creo que este año puedo volver a conseguirlo.

2014 Reading Challenge

2014 Reading Challenge
Bars has read 0 books toward her goal of 60 books.
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Reto Lee el nombre de tu blog. Es una idea del blog Imaginatura, aunque este año la organiza Fantasía Literaria Juvenil, donde os podéis apuntar. El desafío consiste en leer durante todo el año libros cuya letra inicial del título coincida con las que componen el nombre del blog hasta completarlo.

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K
I
L
O

D
E

L
I
B
R
O
S

Reto 25 españoles. La literatura en castellano es uno de mis puntos flacos y desde el blog Libros que hay que leer nos proponen leer este año 25 títulos escritos originalmente en nuestra lengua. No sé si llegaré a tantos, pero así al menos me obligo a ponerme las pilas con los autores españoles y latinoamericanos. El primero en caer será seguramente Rayuela, que lleva acumulando polvo en la estantería desde que me lo regalaron el año pasado por Reyes.

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Reto Grandes monstruos de la literatura. Leer clásicos es un tópico en las listas de propósitos lectores, pero entre tanta novedad, tanta portada bonita y tanto resumen de libros recién publicados que, de repente, una tiene la necesidad de leer, lo de ir tachando nombres de la lista de clásicos pendientes suele ser un reto difícil de cumplir. Ya que he empezado el 2014 con Ana Karenina, me apunto al desafío que proponen los blogs Juntando más letras y Caminando entre libros. Hay varios niveles, yo de momento me atrevo a leer entre tres y cinco este año, no creo que tenga fuerzas ni tiempo para más. Podéis apuntaros aquí.

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Y cinco propósitos para no cumplir:
  1. Evitar las épocas de sequía lectora. 
  2. Mantenerme alejada de las estanterías de Young Adult cuando entre en una librería. 
  3. No perder por sistema los marcapáginas. No puede ser tan difícil conservarlos a buen recaudo. 
  4. Reseñar casi todos los libros que lea. Por falta de tiempo y mala organización muchos se me han quedado en el tintero desde que empecé con el blog. 
  5. No comprar más libros de los que ya tengo pendientes y mirándome con pena desde la estantería. Ellos nunca lo harían.