Reseña: Pastoral americana, de Philip Roth

sábado, 8 de agosto de 2015


Pastoral americana. Mondadori. 1997. 512 páginas

Seymour Levov, modelo a seguir por todos los muchachos judíos de New Jersey, gran atleta y mejor hijo, sólido heredero de la fábrica de guantes que su padre levantó desde la nada, ha rebasado la mitad del siglo XX sin conflictos que puedan estropear su dorada Arcadia, una vida placentera que comparte con su mujer Dawn, ex Miss New Jersey, y con su hija Meredith. Y es en este preciso momento,con su vida convertida en un eterno día de Acción de Gracias en el que todo el mundo come lo mismo, se comporta de la misma manera y carece de religión, cuando el Sueco Levov verá derrumbarse estrepitosamente todo lo que le rodea.




Sé que hay libros densos, de esos que no es fácil (y, a veces, ni siquiera realmente agradable) leer. Libros que te exigen concentración, compromiso y hasta un poco de cabezonería para terminarlos. También sé que Internet y los ordenadores han estropeado mi cerebro. El tuyo, el mío y el de gran parte de la humanidad (no, las víctimas no son solo los millennials). Concentrarme durante media hora en leer un libro sin echarle un rápido vistazo a mi móvil o a la pantalla del ordenador para comprobar si tengo un correo nuevo es tarea imposible.

Hasta ahora sabía, además, una tercera cosa: que todavía era capaz de mantener un sano equilibrio entre mis neuronas espasmódicas y la lectura densa, un punto intermedio que me permitía leer casi cualquier libro, también esos que te hacen caminar por travesías llenas de obstáculos. Pero después de leer Pastoral americana, solo tengo dudas. No sé si mi cerebro se ha arruinado para siempre, si el libro era demasiado para mí, o si simplemente me siento muy condicionada por la fama que le precede –premio Pulitzer incluido en el currículum y una película en camino- como para clasificarlo como una mala lectura. 

Voy a atreverme a ponerlo por escrito: leerlo fue a ratos una tortura.

Pastoral americana es el conflicto generacional llevado al extremo. El Sueco Levov, su protagonista, encarna el ideal del sueño americano: tercera generación de una familia judía en Estados Unidos, el mejor atleta en sus años de instituto y casado con una miss, asume la dirección de la fábrica de guantes que su padre consiguió levantar de la nada. Su hija, Meredith, es la bomba que hace estallar esta idílica estampa de la clase media-alta. Y lo hace en el sentido más literal posible. Cuando su padre confía en que sea ella, la cuarta generación, la que perfeccione aún más la esencia estadounidense, Meredith se rebela y, a modo de protesta contra la guerra de Vietnam, contra su padre y contra la propia idea del país que les ha acogido, planta un explosivo en la oficina de correos del apacible pueblo donde viven y mata a un médico.

Pastoral americana es demencial. Pero lo más perturbador no es la deriva de Meredith hacia la locura, sino el modo en que su padre encaja estoicamente los golpes. Demasiado perplejo por lo que le está ocurriendo, es incapaz de hacer algo más que no sea limitarse a observar cómo el caos familiar se desata delante de sus narices.

Si la historia tiene tanto jugo (de hecho, esto iba para el armario de las mini-reseñas y aquí estoy), no sé qué demonios me hizo sufrir tanto mientras leía. Pero me resultó tediosa como pocas. La acción se hace de rogar y, entre salto y salto en el argumento, hay páginas y páginas de reflexiones eternas y explicaciones excesivamente detalladas sobre cómo se fabrica un buen guante de señora. La primera vez me resultó curioso. La segunda, ligeramente cansino. A la tercera, opté por leer esas partes en diagonal. Así que o fue el propio libro quien me sacó de la lectura o yo no tengo la paciencia que se necesita para admirar tanto lujo de detalles y tanta profusión en cuestiones que en nada hacen avanzar la trama. 

Lo mejor de todo: no desisto con Philip Roth. Después de ponerle dos estrellas en Goodreads, solo se me ocurrió añadir La mancha humana a mi lista de pendientes. Puede que, después de todo, lo de mi cerebro todavía tenga solución.


Lo mejor: El original planteamiento narrativo: es uno de los compañeros de la infancia del protagonista, un novelista, quien tras la muerte del Sueco decide hacer un ejercicio de imaginación y escribir lo que cree que podría haber sido su vida.
Lo peor: Lo tedioso de muchos de los pasajes del libro, lo lento que avanza el argumento, la cantidad de páginas dedicadas a relatar la vida industrial de la ciudad de Newark, lugar de nacimiento de Levov (y de Philip Roth).


4 comentarios:

  1. Roth es un autor que me gustaría leer, pero no eres la primera a la que le oigo que este libro en concreto es lento y más bien aburridillo...

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  2. I completely agree with the author of the article. I also believe that the Internet keeps us developing. I try to read more, it helps me.

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  3. Books that require concentration, commitment and even a little bit of perseverance to complete.

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  4. I tried to read this book, but I do not much like the style of narration. So I put down this book for later.

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