Hoy tenía pensado publicar una nueva sopa de libros, pero estoy cabreada y los dedos me piden escribir sobre otra cosa. Habrá sido la casualidad o habrán sido los astros del spam que se han alineado en mi contra, pero en la última reseña que he publicado me han caído dos comentarios de autobombo, de esos que utilizan blogs ajenos como si fueran un tablón de anuncios para su uso y disfrute. Sí, de esos que solo se limitan a contarte que se han abierto un blog y así, como quien no quiere la cosa, dejan caer su dirección.
De leer el tuyo ni hablamos. No pierden el tiempo en formalismos y se pasan la buena educación internetil por el forro de sus... blogs. Qué menos que saludar, fingir que les interesa lo que escribes, incluso seguirte para a los cinco minutos dejar de hacerlo. Antes por lo menos disimulaban, hacían como que se leían el post, dejaban algún comentario genérico y sin sentido —"me ha gustado mucho la entrada, jaja"— y luego ya te endiñaban la url de turno. Oye, que la diferencia no es mucha, pero al menos mantenían las formas.
Así que, en aras de la convivencia y con el objetivo de que se mantengan las buenas costumbres en la blogosfera, aquí va un breve y sencillo código de conducta para futuros spammers:
En fin, que diréis que para qué armo tanto escándalo, para qué sobre un tema que está tan trillado. Pues no tengo ni idea. En realidad estoy bastante insensibilizada con el tema cuando el autobombo me llega al correo o a Twitter. Pero en el blog es como si me dejaran la basura ajena en la puerta de mi casa. Aquí todos sabemos lo complicado que es levantar una página desde cero y algunos incluso seguimos en esa primera fase en la que intentamos darnos a conocer y llegar a más lectores sin joder al prójimo por el camino. Así que el hecho de que utilicen mi blog, en el que invierto mucho tiempo y esfuerzo, como si fuera la sección de contactos del periódico, saca lo peor de mí.
Código de conducta del bloguero spam
- Saluda al llegar y despídete cuando te vayas, es de buena educación.
- Antes de escribir tu comentario, deja unos cuantos clicks de propina en el blog. Al menos dale una alegría en forma de páginas vistas a tu sufrida víctima.
- Cuando comentes, muestra interés (aunque sea fingido) por tu anfitrión, él te lo agradecerá.
- Ten en cuenta que la vieja fórmula del "Te sigo, ¿me sigues" es un arma de doble filo. Te seguiré si me gusta tu blog. Tu blog no me va a gustar si haces spam en el mío.
- Ten empatía. Si vas a hacer autobombo en la casa de otro, piensa en el pobre bloguero que se ilusiona cuando ve que tiene un nuevo comentario. Piensa en su decepción cuando abra el correo y descubra que lo único que recibe a cambio de su esfuerzo es spam. Él nunca lo haría.
- Ignora todo lo anterior y ahórrate el spam.
En fin, que diréis que para qué armo tanto escándalo, para qué sobre un tema que está tan trillado. Pues no tengo ni idea. En realidad estoy bastante insensibilizada con el tema cuando el autobombo me llega al correo o a Twitter. Pero en el blog es como si me dejaran la basura ajena en la puerta de mi casa. Aquí todos sabemos lo complicado que es levantar una página desde cero y algunos incluso seguimos en esa primera fase en la que intentamos darnos a conocer y llegar a más lectores sin joder al prójimo por el camino. Así que el hecho de que utilicen mi blog, en el que invierto mucho tiempo y esfuerzo, como si fuera la sección de contactos del periódico, saca lo peor de mí.
Y sí, yo también recurro a la táctica de comentar en otros blogs para darme a conocer (sin dejar mi url nunca, la gente es lista y si le intereso sabe dónde encontrarme). Y me encanta que en el mío comente gente nueva para descubrir otros rincones de la blogosfera. Pero si sigo a alguien o escribo en uno de sus posts no es para intercambiar lectores como si estuviéramos jugando a los cromos, sino porque realmente me ha interesado lo que dice y porque creo que tengo algo que aportar con mis comentarios (me leo la entrada antes y tal).
Hasta aquí la rabieta. Tenéis los comentarios para desfogaros, tacharme de gruñona o hacerme spam hasta el infinito y más allá.