Reseña: Landline, de Rainbow Rowell

sábado, 25 de julio de 2015


Landline. St. Martin's press. 2014. 308 páginas

Georgie McCool sabe que su matrimonio está en peligro. Lo ha estado desde hace mucho tiempo. Todavía ama a su marido, Neal, y Neal todavía la ama a ella, profundamente, pero eso ahora ya casi que no viene al caso. Quizás nunca vino al caso. Dos días antes de ir a visitar a la familia de Neal en Omaha por Navidad, Georgie le dice a Neal que no puede ir. Escribe guiones para la televisión y algo ha ocurrido con su serie; tiene que quedarse en Los Ángeles. Sabe que Neal se va a disgustar con ella -Neal siempre está un poco disgustado con Georgie-, pero lo que no espera es que él haga las maletas y vuelva a casa con sus hijas y sin ella.



¿Qué harías si tuvieras línea directa, en el sentido más literal posible, con el pasado? ¿Qué harías si, en vez de hablar con tu yo anterior, te dieran la oportunidad de hablar con alguien del pasado siendo tu yo (no tú, yo... menudo lío) del presente? Este es el embrollo existencial tiempo-espacio en el que se mete Rainbow Rowell en su última novela. Un viaje al pasado que, en realidad nunca, llega a ser un viaje al pasado, con un matrimonio a punto de romperse como excusa. El libro fue, además, elegido el mejor título de ficción de 2014 por los lectores de Goodreads.

Georgie McCool escribe guiones de televisión. A dos manos, con su amigo y alma gemela desde la universidad. Ambos están a punto de conseguir su propio show... justo en el momento en que la vida real se interpone entre ellos y sus planes. Y la vida real de Georgie no es poca cosa: sus dos hijas, la Navidad que iban a celebrar en la otra punta del país y su marido, con el que cada vez se entiende peor. Tanto, que cuando ellos se van a Omaha y la dejan sola en Los Ángeles, Georgie ni siquiera sabe si siguen juntos, aunque atascados en un tremendo bache, o si él la acaba de dejar.

damecatoe.tumblr.com
Rainbow Rowell es la ídola suprema de este blog. A veces, incluso, creo que debería cambiarle el nombre por el de Un kilo de libros de Rainbow Rowell. Pero hasta los ídolos supremos fallan. Me engancharon sus historias juveniles, Fangirl y Eleanor & Park, por la facilidad que tiene para tomar ideas aparentemente sencillas y sacarles punta y encanto a sus personajes. Creía que se manejaba igual de bien en el terreno de los adultos; de hecho, hizo su debut lejos de la novela juvenil, con Attachments, un libro igual de encantador. Sí, creía que se manejaba igual de bien en el terreno de los adultos...

Hasta que leí Landline.

No me meto en la parte del argumento farragoso: un viaje en el tiempo que nunca llega a ser tal con una conclusión previsible, pero que hasta tiene su gracia. El principal fallo, y me duele porque es aquello en lo que consideraba a Rowell una maestra, son los protagonistas. Ya en la treintena larga, sus voces no suena en absoluto como las de un adulto. Parecen más bien personajes a los que la autora ha querido darles una edad superior a la que les corresponde. Georgie llega incluso a resultar anodina, mientras que su marido Neal no consigue en las 300 páginas pasar de ser un gruñón casi desconocido para el lector. Al final, lo que ocurriera con su matrimonio me la traía bastante al pairo. Y eso nunca me había pasado con un libro de Rainbow Rowell.


Lo mejor: Todas las referencias culturales de las que se arma Rainbow Rowell en cada uno de sus libros y que le dan cuerpo y carácter al universo que crea. El diálogo, que siempre es fluido, y el estilo, que suena igual de ágil que de costumbre.
Lo peor: El libro pasa por tus ojos y ni la historia ni los personajes dejan algo de huella. Sus protagonistas en teoría son adultos, pero en la práctica parecen jóvenes. Y eso, en una novela adulta, es un grave problema.

Cinco libros para... los que se quedan sin vacaciones

domingo, 5 de julio de 2015


Si estás leyendo esto desde la playa, que sepas que mereces mi odio infinito. O, al menos, hasta que termine el verano. No es nada personal. Solo mi mala suerte, que me deja sin playa otro año más (y ya van...). 

Si estás leyendo esto desde la oficina, bien porque vives en el hemisferio sur o bien porque eres tan pringado como yo, bienvenido. Porque entre tanta lista y recomendación de lecturas para llevarse a la playa, rebozar los libros de arena y devorar capítulos entre mañanas de tumbona y tardes de siesta, los que nos toca quedarnos el verano en el trabajo (o buscándolo) también nos merecemos un poco de atención. Así que aquí van cinco libros para... los héroes que se quedan sin vacaciones.

Harry Potter y las reliquias de la muerte, de J. K. Rowling. Julio es el mes de Harry casi desde que tengo memoria lectora. Porque la historia comenzó un 30 de julio y porque he vivido unos cuantos veranos esperando ansiosa por un nuevo libro. Recuerdo sobre todo ese julio en el que cerré este último capítulo de la saga. Era 2007, estaba a punto de empezar la universidad y ese verano fue uno de los últimos que me pasé sin hacer nada y sin sentirme culpable por ello. Qué vida aquella.

Pastoral americana, de Philip Roth. Mi lectura actual. Solo llevo unas 100 páginas, así que de momento apenas sé lo que me parece. Lo incluyo no porque sea una historia veraniega ni especialmente apta para esta época del año, sino porque está siendo el libro que me llevo los fines de semana a la piscina (municipal, la vida de los pobres es así). Solo por lo mal que lo trato, dejándolo tanto tiempo al sol, se merece un hueco en esta lista.

Sombra y hueso, de Leigh Bardugo. El verano, ya sea a la orilla del mar o en mitad del asfalto de la ciudad, es para los placeres culpables. Y a mí las sagas juveniles me pierden. La trilogía Grisha, además de enganchar, tiene un nivel más que aceptable.

Brooklyn Follies, de Paul Auster. Porque tiene el encanto de esos libros que no les hace falta contar ninguna historia extraordinaria ni fuera de lo normal para llamar la atención. Y los dos párrafos finales, siendo tan espontáneos y aparentemente ordinarios como el resto de la novela, son de los pocos que se me han quedado marcados en la memoria.

Matar a un ruiseñor, de Harper Lee. Su precuela durante años perdida, Ve y pon un centinela, sale el próximo 15 de julio y tiene todas las papeletas de convertirse en uno de los títulos imprescindibles de este verano. Pero yo tengo Matar a un ruiseñor todavía en mi lista de pendientes desde tiempos inmemoriales, así que me quedo con el clásico para mi lista.

Se aceptan más recomendaciones para llevar mejor esta época de mier** e intentar paliar esta sequía lectora que sufro desde hace un tiempo y me ha dejado sin nada interesante que decir en el blog estos últimos meses. Vuelvo con cautela y con la esperanza de retomar el ritmo lector y bloguero.