El año que hoy se nos va me ha dejado una estantería nueva en casa para cargar con todos mis libros nuevos, 43 títulos leídos de los 40 que me había marcado como reto, unas cuantas sorpresas agradables y alguna que otra decepción.
El lado bueno de las cosas (Un final feliz), de Matthew Quick. Lo leí en enero, antes de ver
la adaptación al cine que protagonizaron Jennifer Lawrence (con Oscar incluido) y Bradley Cooper. La película me gustó, pero como suele ser habitual el libro es mucho mejor y bastante distinto a la versión cinematográfica. Pat Peoples acaba de salir de una clínica psiquiátrica y vuelve a casa con sus padres. Su pasado es un misterio, pero él está convencido de que su vida es una peli ideada por Dios con un único final posible: recuperar a su mujer. Su historia es de esas que arrancan carcajadas, pero de las de reír por no llorar. Pat, con su obsesión por hacer abdominales y destripar clásicos de la literatura, es el personaje que más me ha hecho reír y más ternura me ha inspirado este año. Y por cierto, menuda birria de título que eligieron para la traducción al castellano.
Danza de dragones, de George R.R. Martin. Intentaré hace una mini-reseña sin pisar ningún
spoiler por el camino. He tardado mis dos años en ponerme al día con
la saga Canción de hielo y fuego. Los libros son largos, densos y hay partes que exigen unas cuantas dosis de fuerza de voluntad y paciencia para continuar. Después del bajón que dio Martin en el cuarto libro,
Festín de cuervos, el quinto vuelve a recuperar el pulso y la acción. Me gustan las historias que crean atmósferas, pero Martin debió de quedarse con más imaginación de la que le correspondía porque lo que hace con esta saga es crear todo un mundo, complejo, con dobleces, con sus lecciones de historia
y de geografía, y con todo un catálogo de personajes, familias y traiciones. Si todavía no has leído los libros, hazlo. Si sólo has visto la serie
Juego de tronos, hazlo también. Y si ya los has leído, sólo nos queda rezar para que Martin saque
Vientos de invierno pronto.
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En mi perfil de Goodreads pude añadir en noviembre otra calificación de cinco estrellas. Se las merece
Juan José Millás. Lo hace casi siempre, porque tiene una mirada y una forma de escribir que me dan mucha envidia. Pero se las merece sobre todo por
Hay algo que no es como me dicen: el caso de Nevenka Fernández contra la realidad. Un libro que es un gran reportaje sobre Nevenka Fernández, una joven que en 2001 tuvo que enfrentarse a sí misma y a lo que creía ser su mundo para denunciar a Ismael Álvarez, entonces alcalde de Ponferrada. Entonces su jefe y también su acosador. Es una historia delicada, que en su momento
copó páginas de periódicos y horas de televisión, y que sólo alguien como Millás puede contar como se merece.
Divergente, de Veronica Roth. Y para terminar el resumen del año, una saga. Mucho mejor que la otra serie juvenil que he leído este año,
Cazadores de sombras, y más entretenida incluso que
Los juegos del hambre. Dejo la reseña para otro post porque pretendo extenderme, pero puedo decir que la saga merece la pena, engancha y oh, milagro, tiene una protagonista decidida y con personalidad. La ausencia de tríos amorosos también se agradece. Ah, y que
hay película a la vista.
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La decepción del año se la dejo para
Pídeme lo que quieras, de Megan Maxwell. Y también para las editoriales, que de vez en cuando se empeñan en repetir patrones de éxito y publicar libros clónicos que no aportan nada. En 2013 tocó repetir la fórmula de Cincuenta sombras de Grey y las librerías se llenaron con eso que algunos llaman (con muy poca gracia)
porno para mamás.
A Christian Grey lo leí y lo toleré, pero sólo por motivos sentimentales: en su origen había sido un fanfiction de Crepúsculo y era la primera historia del fandom que saltaba de la pantalla al papel con tanto éxito. Pero de calidad literaria andaba muy justo. Me animé con Pídeme lo que quieras porque me lo habían recomendado mucho, pero además de tener la sensación de estar leyendo la misma historia otra vez, ni siquiera estaba bien escrito. Y aunque las editoriales parezcan empecinadas en demostrarme lo contrario, todavía creo que se puede escribir erótica y romántica bien, con coherencia y sin caer en la fórmula de hombre-de-negocios-irresistible-y-altamente-ahostiable+jovencita-obnubilada-e-incapaz-de pensar-por-sí-misma.
¿Cuáles han sido vuestros mejores y peores libros de 2013? ¡Y feliz año! Que 2014 esté lleno de (buenas) lecturas y que dentro de un año podamos compartirlas.
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